
Decenas de mujeres de todas las edades y algún que otro hombre, rondando la cuarentena, vuelven a la Escuela una vez al año para seguir aprendiendo sobre cómo se contruye la igualdad entre hombres y mujeres. Se trata de la Escuela de Feminismo Rosario de Acuña que desde hace siete años se celebra en Gijón. Dirigida por la filósofa y Consejera de Estado, Amelia Valcárcel, reúne este años a nueve feministas españolas y africanas para hablar sobre los problemas que sufren las mujeres de las Áfricas, concepto en el que se ha hecho hincapié para no caer en falsas generalizaciones.
Con libreta en manos muchas de las asistentes, han escuchado atentamente a las ponentes del primer día de los tres en los que existe esta Escuela. Diakhoumba Gassama, a la que ya entrevistamos en periodismohumano, es Coordinadora para África del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) y responsable del Secretariado de la Red de mujeres africanas y españolas por un mundo mejor, cuya sede está en Canarias. Su conferencia, dedicada a iniciar a los asistentes en un panorama aterrador para las mujeres en África, al mismo tiempo consigue lanzar un haz de esperanza por su propia trayectoria. Merece la pena recuperar un extracto de la entrevista que le realizamos para entender una nueva generación de mujeres que están liderando el cambio en el continente desde dentro, aprovechando las alianzas internacionales para luchar contra la impunidad y para favorecer el desarrollo, pero dirigidos por sus propias habitantes.
“Soy del sur de Senegal, pertenezco a la minoría étnica mandinca para la que una mujer es menos que una cabra. Mi padre consiguió muy joven una beca para estudiar fuera. Y nos contaba cómo sus hermanas de trece años desaparecieron para casarse con hombres de otros países de la misma etnia. Nos decía que como mujeres mandincas y africanas teníamos que estudiar y luchar, aprovechar que él había salido adelante como intérprete en Bélgica. Siempre pensé que esta suerte me había venido para algo y que no iba a quedarme en Europa como abogada, sino que iría a África“.
Y como estamos viendo, así lo hizo. Gassam ha explicado cómo las emprendedoras africanas, algunas de las cuales están en estos momentos reunidas en Madrid, están comprometidas con el crecimiento económico en un continente donde «sin las mujeres no habría economía». A cifras escalofriantes como que 10 millones de mujeres en edad reproductiva tendrán un aborto de alto riesgo en su vida, que el 58% de las personas que viven con VIH son mujeres y que cada 1 de cada 13 mujeres muere durante el parto, es difícil encontrarle un atisbo de aliento para el futuro. Sin embargo, Diakhoumba pone como ejemplo la reciente masacre de Guinea Conakry. Durante una manifestación contra la candidatura del Jefe de la Junta Militar que había tomado el poder mediante un golpe de Estado, supuestamente para restablecer la democracia, el ejército acabó con la vida de 150 asesinados, 1200 heridos y se desconoce el número de detenidos y de mujeres violadas. Según numerosos testigos presenciales las violaban delante de todo el mundo, disparaban a sus genitales o les introducían puñales. Según Diakhoumba, ha sido gracias a las redes entre las organizaciones sociales y entre los ciudadanos las que han permitido que este hecho «no haya pasado desapercibido como tantos otros» y que la ONU haya emitido un informe «que no ha gustado mucho al gobierno». Gassam trabajó en la Fiscalía del Tribunal Penal Internacional para el genocidio ruandés y sabe que la impunidad es el abono de muchas de las problemáticas que acosan al continente. “Los tratados no son suficientes, y como distintos informes del ACNUR estan señalando, no basta con dar algo de comer a las mujeres, hay que cambiar las mentalidades y en África la psicología es un lujo”.

A su intervención le sigue la de Alicia Miyares, doctora en Filosofía y asesora de la vicepresidenta primera del gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. Cuenta cómo lo primero que hizo a su llegada al gabinete fue desplegar un gran mapa de África que fue llenando de post-its. «No hay datos recientes de muchos de los indicadores que yo quería valorar». Miyares elaboró sus propios mapas, que son los que ahora nos muestra coloreados con cera y que nos van desvelando cifras de tasas de alfabetización, natalidad, las distintas religiones dominantes en cada región. Y va uniendo cabos «incluso en los países con menor alfabetización los hombres la doblan (…) Hay una relación entre mayor analfabetismo y tasa de natalidad». Pero Miyares resalta como aquellos tramos que van entre el 40 y el 70 por ciento la bajada de natalidad es mínima y apunta que puede tener un vínculo con la religión: a mayor religiosidad más reticencias para bajar la natalidad. Y añade que «en las regiones con predominancia de religiones animistas o la musulmana, hay más prácticas como la mutilación genital, que es la más visible, pero que va acompañada de otras prácticas discriminatorias sexuales y vejatorias para las mujeres». En cambio en aquellos países donde la alfabetización supera el 70%, la natalidad baja drásticamente hasta un 3, 5 hijos por mujer frente a los casi 7 en los países menos alfabetizados.
Así que Miyares, determina que la agenda para la igualdad en África tiene cuatro pilares fundamentales: educación, derechos de salud sexual y reproductiva, liderazgo social y política -entre otras cosas, para llevar adelante políticas contra la impunidad de la violencia contra las mujeres-, y el empoderamiento económico de éstas.
Las conferencias se van alternando con turnos de palabra en los que las más activas son las mujeres africanas que intervendrán en los próximos días. Han sido muchos datos, y no parece que haya mucho que añadir.

Amelia Valcárcel, muy participativa, hace hincapié en un dato: 1 de cada 13 mujeres mueren en el parto en África frente a 1 de cada 100.000 en Europa. «Una de cada 13 es una lotería que tiene muchas probabilidades de tocarte».Valcárcel recuerda cómo en Egipto, lejos de disminuir el número de mutilaciones genitales ha aumentado en los últimos veinte años, y no sólo entre la población musulmana, sino también entre los cristianos coptos, en el país donde se inventó esta práctica ya en tiempo de los faraones. Además recuerda que «esta práctica se ha reintroducido en países tras guerras civiles y que se sigue practicando en otros donde está prohibida.Las feministas en África saben que no se puede ir contra la ablación en términos de derechos sexuales, por lo que la están enfrentando sanitariamente, por los riesgos para la salud que conlleva. Obviamente, entenderemos que es una lucha indirecta».
Valcárcel dedica su conferencia a repasar la historia de África. Dice que ahora «será la edad, repasa constantemente». Su talante eminentemente pedagógico no se ha perdido a lo largo de estos años de responsabilidades políticas. De memoria y aprovechando los mapas de Miyares comienza a repasar una trágica historia que inicia en el Imperio Romano. Una historia que ella cuenta basándose en la esclavitud, en la mutilación, en los enfrentamientos favorecidos por las potencias colonizadoras… Con pies de plomo, ante la falta de documentación y que la existente está mediada por la visión occidental, va dibujando una historia de barbarie para la mujer que llega a nuestros días. Pero, como termina diciendo Valcárcel, «la libertad es muy contagiosa porque es muy dulce vivirla».
Las participantes salen con sus libretas con mucha información nueva. Al día siguiente, volverán a la Escuela de las feministas.
Africa necesita de estas iniciativas.
El conocimiento de los problemas de las mujeres es imprescindible para empreder posteriormente acciones concretas.
Thanks alot – your answer solved all my problems after several days srutglgnig
uIARae dqcscexijmsl