«¿Qué alternativas reales les ofrecemos para que no vuelvan a la prostitución?»

Javier Bauluz

En el edificio la luz inunda las vacaciones y no es extraño escuchar el sonido de niños pequeños jugando en el jardín o llamando la atención con sus llantos de bebé. Las mujeres se sienten en casa y para muchas lo es durante una buena temporada. Estamos en una casa de acogida de la Fundación de Solidaridad Amaranta, que en el ámbito de la trata de mujeres con fines de explotación sexual y de mujeres en contexto de prostitución lleva acompañándolas desde hace una década en un programa que además de en Asturias, tiene sedes en Granada y Palma. Un programa, llamado SICAR en la región norteña, que nació al amparo de la ya centenaria labor de la congregación religiosa Adoratrices y de la mano de la Fundación Municipal de Asuntos Sociales de Gijón, cuando la Policía empezó a desmantelar redes de explotación y trata y demandó un lugar donde llevar a las mujeres que no fueran los calabozos. Pero no sólo, porque en este espacio también se atiende a mujeres en riesgo de exlusión social y a sus hijos. Es una fundación en la que los trabajadores sociales, el psicólogo, la abogada… luchan no solo contra la trata, sino contra la revictimización de la sociedad de las mujeres con las que conviven diariamente y a las que, nos recuerdan, miramos a menudo desde sus sufrimientos y carencias en lugar de desde sus “fortalezas y potencialidades”.

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