«Mi mamá ha trabajado siempre en una empresa de café, somos una familia humilde, numerosa…» Cuando tenía 21 años, Susana (nombre ficticio) emigró de Colombia a Francia, donde ya vivía su hermana. Poco después se trasladaría a España por compartir idioma, donde trabajó en la hostelería cinco años, pero la crisis se llevó por delante su empleo y ante la falta de ingresos decidió ejercer la prostitución. «Para mí fue muy duro el primer día porque yo no me veía ahí pero… Una de dos, o lo haces o ¿de qué vives?».

Susana recuerda cómo descubrió lo que era la trata en un club en Lugo:
«En un club en Lugo, había mujeres que estaban internas y no se podían mezclar con las que llegábamos externas (…) Les pregunté que si se creían más que una por vivir en el club. Y me dijo ‘no podemos porque el jefe no nos deja’ (…) Me dijo que el jefe la había traído de Brasil, que le había quitado el pasaporte y que tenía que pagar una deuda (…) En ese club siempre había, tanto fuera como en el salón, un portero (…) que también las vigilaba a ella. Entonces le dije, ‘pero lárgate de aquí’. Y me dijo que no tenía el conocimiento de que que venía para eso (la prostitución)… Algunas de esas chicas se habían enganchado a la drogadicción, y todo lo que ganaban lo dejaban allí. Yo no sabía que existía la trata».
«Era demasiado joven, si tenía dieciocho años sería mucho»
La empresa en la que trabaja ahora Susana como dependienta acaba de comunicarle que a su vuelta del permiso de maternidad sólo trabajará los fines de semana. Está nerviosa y no para de llamar a sus conocidos por si saben de algún trabajo. En APRAMP, donde la conocen desde hacen años, confían en que encontrará algo pronto por su apabullante energía. Susana dejó de trabajar cuando entabló una relación con uno de sus clientes. «Tengo un bebé, estoy muy feliz y si tuviera que volver a eso yo no lo veo. Lo más probable es que (si no hubiera conocido a mi marido) no lo habría dejado porque donde yo estaba ganas en media hora unos 200 euros, 100 para el local, 100 para ti. En el día te puedes ganar 500, 600 euros. Entonces nos acostumbramos mal y prefieres ganar dinero así –que aunque digan que es fácil no es fácil–, que trabajando un mes entero en hostelería o lo que sea y ganando 500 euros».
